¿Fin de la vida útil de su móvil, u obsolescencia programada por el fabricante?
¿No les ha ocurrido que repentinamente su teléfono móvil con apenas 2 ó 3 años de uso deja de funcionar con la misma velocidad de siempre y se convierte en una suerte de chatarra ambulante que a duras penas, luego de un buen rato de espera, logra cumplir con algunas de sus prestaciones básicas?
“El teléfono se tiró tres”, diríamos los venezolanos. “ya no da para más, está viejo y obsoleto, hay que ir pensando en comprar uno nuevo”, son algunas de las expresiones comunes entre quienes, sin saberlo, pudieran ser víctimas de la “obsolescencia programada”, política de mercado que algunos de los principales fabricantes de quipos móviles han adoptado para obligar a sus usuarios a tirar el teléfono “viejo” y comprar uno nuevo.
El comentario viene a colación a raíz de las insistentes quejas de usuarios insatisfechos por el pésimo funcionamiento de sus ‘smartphones”, quienes no consiguen ninguna respuesta de sus operadoras telefónicas, donde apenas les dicen: “es el sistema operativo del equipo, diríjase al fabricante”.
“Tiene los días contados”
Lo que desconocen la mayoría de usuarios de equipos de telefonía celular móvil es que algunos fabricantes de equipos como la norteamericana Apple y la coreana Samsung ya han sido sancionadas en países como Italia por, de manera deliberada, condenar a una “muerte” prematura a los equipos que venden.
La práctica empresarial, a juicio de algunos analistas de mercado, tiene como propósito convencer al propietario del móvil de que su capacidad llegó a su fin y es el momento de comprar un nuevo equipo, pese a que en muchos casos se trata de unidades con uso no mayor de tres años.
Y para hablar con argumentos a la mano, nos remitimos al caso de Italia, donde en 2018 la Autoridad Garante de la Competencia y del Mercado (AGCM) multó tanto a Apple como a Samsung, fabricantes de la serie de equipos móviles IPhone y Galaxy, respectivamente, por promover en sus usuarios la instalación de actualizaciones que perjudicarían a sus equipos con el fin de los desechen y compren nuevos celulares de dichas empresas. Esta práctica desleal, un verdadero Caballo de Troya tecnológico, es lo que se conoce como “obsolescencia programada”.
La multa aplicada por la autoridad italiana a Apple fue de 10 millones de euros, mientras que la coreana Samsung tuvo que pagar 5 millones por valerse de artimañas tecnológicas para causarle graves disfunciones y reducción de operatividad a los móviles que venden en esa nación y en prácticamente todo el mundo.
De otro lado, Apple no informó sobre la poca duración que tendrían sus baterías, y una actualización exigida por el sistema en su momento, reduce la velocidad de ejecución y la funcionalidad. Por su parte, Samsung ha sido acusado también de realizar las mismas prácticas desde el 2016, e incluso llegó a impulsar a los usuarios del Galaxy Note 4 a instalar un firmware para modelos del Note 7, lo que habría provocado que los equipos se apaguen aparentemente por nada.
Básicamente el mismo problema es el que se dio en el caso de Apple. En 2017 se descubrió que la empresa hacía 'throttling' en sus iPhone 6 y ralentizaba sus móviles para alargar la autonomía de la batería. Eso provocó las quejas de los usuarios y una polémica que acabó con Apple pidiendo disculpas y ofreciendo un servicio de sustitución de baterías a precios reducidos.
¿Quién regula a quién?
Los usuarios europeos, a primera vista, parecen contar con el respaldo de instituciones y entes reguladores con la suficiente autoridad y capacidad para hurgar el complejo entramado tecnológico detrás del cual se escudan las empresas fabricantes de teléfonos móviles para impulsar sus nada éticas prácticas. Con todo y esto, las multinacionales no han tenido reparo en ejecutar tales políticas ilícitas en la vieja Europa y en otras partes del mundo.
Surgen entonces las interrogantes: ¿la obsolescencia programada es una política de mercado de estas empresas en América Latina? ¿Están en capacidad los gobiernos y agencias reguladoras de la región de detectar esta práctica ilícita? ¿Cómo sabe un usuario que su equipo es objeto de ataques informáticos que lo hacen obsoleto y lo condenan al desecho prematuramente?
Resulta entonces importante estar atentos al desempeño de nuestros teléfonos móviles e informarse sobre el tema, ya que en realidad no es tan simple saber cuándo un equipo ha sido condenado remotamente, por su propio fabricante, a una “muerte” anticipada.
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