El gran negocio internacional de la cocaína: ¿Dónde estamos?

Ricardo Vargas Mesa

La producción mundial de cocaína en 2018 alcanzó 1.720 toneladas, nivel óptimo para satisfacer un mercado diversificado geográficamente y en franco crecimiento. Colombia en ese nuevo escenario suministra el 70% de la demanda y tiene la particularidad de ser una fuente especializada en el suministro de ese psicoativo, teniendo en cuenta un escenario de gran auge del policonsumo. Este contexto, ha llevado a la conformación de consorcios criminales que se encargan de atender la tendencia a la diversificación del consumo de drogas en los mercados internacionales. Observemos el gran momento en que se encuentra la producción mundial de cocaína:[1]


GRAFICO 1 
Hectáreas sembradas de hoja de coca y producción de cocaína 1998 – 2018


A ese 70% de Colombia le sigue como aportante Perú con un suministro del 20% y Bolivia con el 10%. En general, la cocaína experimentó un fuerte crecimiento entre 2013 y 2017 con una estabilización en 2018 en la que estamos hoy. Pero es interesante apreciar cómo se eleva la capacidad de producción de cocaína en relación con las áreas de siembra de hoja de coca. Es decir, la tendencia que se observa con fuerza en el 2018, se consolida en el 2019. Veamos gráficamente este fenómeno: 

GRÁFICO 2 
Áreas de coca y producción de cocaína 2005-2018 


La producción de cocaína se duplicó entre 2014 y 2018. Fue una tendencia imparable basada en mejoras de variedades de coca, manejos agronómicos y optimización del uso de los precursores químicos incluyendo la garantía de suministros para la elaboración de psicoactivos. Los intentos por afectar la producción a partir de la mejora del control de elementos básicos para la producción de cocaína, como en el caso del permanganato de potasio usado en la fase de la Pasta Básica de Cocaína (PBC) y que tuvo un pico óptimo de incautaciones alcanzando las 585 toneladas cayendo luego a tan solo 70 toneladas, indica para UNODC, que Colombia lo está produciendo domésticamente con un mercado asegurado en el marco del crecimiento de la producción del psicoactivo. 

Esta situación de auge de la cocaína colombiana se reflejó en el último informe del SIMCI sobre el monitoreo de la producción colombiana, al señalar que mientras se presentó una leve disminución del número de hectáreas de coca (de 169.000 detectadas en 2018 a 154.000 en 2019) el potencial de producción de clorhidrato de cocaína pura se estimó en 1.137 tm, verificándose un aumento de 1,5% en relación con el 2018.[2]

Otros indicadores en las tendencias del mercado internacional 

Brasil pasa a ser el segundo país en latino américa en incautaciones después de Colombia, con un incremento del 65% frente a 2017, alcanzando 79 ton., mientras que el país andino mantuvo niveles de 413.4 toneladas (2018) y 433 ton. (2019). 

Otro dato importante es la exportación de PBC principalmente desde Colombia, para ser procesada en otros países principalmente de tránsito. En el radar de UNODC aparecen bajo esa función países como Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay y Ecuador en Suramérica donde se han encontrado laboratorios de refinamiento de cocaína. Es claro que Suramérica se ha convertido también en un mercado importante de uso (tercera región a nivel mundial con el liderazgo de Uruguay, Chile, Brasil y Argentina) además de ser lugar de tránsito principalmente hacia Europa Occidental. 

Así mismo en Guatemala y Honduras también se da la presencia de laboratorios de procesamiento de cocaína. En total se han hallado en 15 países lo que mostraría nuevas dinámicas de arreglos, baja de costos por pérdidas en puntos de salida desde Colombia y aseguramiento del valor agregado que adquiere la sustancia en la medida en que avanza hacia los mercados internacionales. 

Los sitios de mayor movimiento de cocaína también muestran una tendencia interesante. Sobresale Europa Occidental y Central como los mercados que han tenido un comportamiento significativo si tenemos en cuenta los niveles de incautaciones que está presentando hoy. Los decomisos en Europa Occidental y Central se triplicaron entre 2014 (62 ton.) y 2018 (177 ton.). Esta última cifra significa un 14% de todas las incautaciones en el mundo con presencia destacada de Bélgica, España, Holanda y Francia que tienen los principales puertos de ingreso. El incremento de incautaciones dice bastante de los volúmenes que están transitando por ese continente y explica por qué Brasil es el principal país de reexportación hacia Europa. 

En esa ruta se consolidan como puente estratégico de tránsito África Occidental y que se refleja en incrementos de incautaciones en países como Marruecos. Con cifras de 2018, además de Marruecos esta ruta ha implicado también a Argelia, Namibia, Mozambique, Suráfrica y Nigeria. Los decomisos muestran para ese continente un incremento de 1.2 ton en 2015, 3.3 ton., en 2017 y 5.6 ton., en 2018. En esa ruta se utilizan principalmente containers que se movilizan luego por mar hacia los grandes puertos europeos liderados por Amberes, Rotterdam y Hamburgo. 

En el caso de Estados Unidos (EU) la tendencia del mercado sigue estable con un leve incremento en los últimos cinco años sin que se evidencie un boom en la demanda a la manera como sucedió en los ochenta. Si bien EU ha doblado los niveles de incautación entre 2014 y 2018 de 91 a 172 toneladas, estos se han producido allende sus fronteras y abarcarían mercados que podrían incluir como objetivo a Canadá. En contraste los niveles de incautación en el interior reportados por Aduanas y el Servicio de Protección de Fronteras de EU (34 toneladas en 2017 a sólo 27 ton., en 2018) así como en los reportes de la DEA (Cocaine Removals) desarrollados en el interior cayeron de 114 ton., en 2017 a 93 ton., en 2018. 

La disponibilidad de cocaína entre la población está siendo percibida hoy como levemente declinante a diferencia de años anteriores. Esto puede ser un indicador que muestra que la cocaína no es de lejos la primera sustancia que circula en los principales mercados de drogas y es probable que mantenga esa tendencia de una leve declinación. No obstante, Colombia sigue siendo el suministrador más importante con un 90% de las muestras testeadas en las incautaciones, seguido de Perú (6%) y con un origen desconocido el restante 4%. 

La caída de las incautaciones de cocaína en el interior de las fronteras de EU es un excelente indicador de las nuevas tendencias de la demanda que se caracteriza por el poli consumo. Allí se explica la concentración de las preocupaciones en el impacto severo de los opioides y que ha llevado a que la labor de la inteligencia se centre en ese tipo de suministros. El auge del policonsumo es una característica del mercado de drogas hoy a nivel mundial. En otras palabras, el mercado mundial de sustancias psicoactivas ha sufrido una significativa transformación en donde se ofrece una multiplicidad de drogas desde aquellas con un origen natural, sintéticas para usos ilegales o la desviación de medicamentos principalmente opioides. Todas representan un mercado fabuloso. 

Finalmente, Asia mantiene en los dos últimos años promedios de 3.5 toneladas en incautaciones y en Oceanía han crecido significativamente pasando en los últimos años de 756 kg a 2.1 tons. La cocaína colombiana es la principal fuente de suministro también para este mercado como lo es en Asia y Europa Occidental y Central. Observémoslo gráficamente: 

Gráfico No.3 
Distribución por origen geográfico de la cocaína incautada en las fronteras de Australia 2019 – 2018 (junio)[3]

Los precios en Australia son significativos oscilando entre 165,000 y los 230,000 dólares australianos por kilo equivalentes a cerca de US $110,000 – US $154,000 dólares para los años de 2017 y 2018. Los test para medición del uso obtenidos a partir del análisis de aguas residuales indican incrementos importantes de la demanda en Australia, pasando de 3.1 ton., (2016) a 4.1 tons., en 2017 y 4.6 tons, en 2018. [4]

¿Qué conclusiones se pueden obtener de la anterior evidencia estadística? 

1. Colombia se consolida como el primer país suministrador de cocaína en el mundo manteniendo un aprovisionamiento constante en EU, incrementando la exportación a Europa Occidental y Central, abasteciendo a Brasil tanto para consumo interno como para reexportar a Europa vía África, en parte para Asia y Oceanía. Estos nuevos mercados representan un ingreso importante para los exportadores colombianos dado el auge de precios. Supone también nuevos arreglos empresariales con estructuras locales que se encargan de reexportar o distribuir local y regionalmente. 

2. De este modo se observa con claridad que la fortaleza de las organizaciones colombianas radica en su invisibilidad y la especialidad en el manejo transnacional de este psicoactivo. Perfil que contrasta con el crimen organizado mexicano el cual se distingue hoy en día por un manejo de múltiples sustancias que atienden un mercado principalmente en EU, cada vez más determinado por el poli consumo. Los mexicanos deben estar creando un emporio financiero y consolidando un poder significativo empresarial ilegal por la capacidad de reexportación de las sustancias más demandadas hoy en EU como son los opioides de origen natural, los opioides sintéticos, las metanfetaminas y sobre todo el Fentanilo, sustancia letal de diferentes sectores sociales principalmente blancos empobrecidos que demandan un sustituto al consumo de heroína. El México criminal que gira alrededor de los mercados de drogas ilegales afianza sus relaciones con China principal suministrador tanto de sustancias como de materia prima para producir drogas sintéticas, pero también con India. Este contexto es interesante porque refuta con evidencia las especulaciones de algunos observadores – sobre todo colombianos – que repiten la necia idea de una supuesta fortaleza del crimen organizado mexicano al “sustituir” a las organizaciones colombianas alrededor de la cocaína. La realidad como se puede observar es otra. 

3. También se puede observar la fuerte evidencia en el sentido de que el problema de drogas de hoy de EU es justamente ese poli consumo letal, escenario que es manipulado por distintos informes de la DEA y de diferentes instancias sobre drogas de EU que buscan mantener la narrativa donde se adjudica a Colombia una falsa responsabilidad por lo que ocurre hoy en el interior de la demanda de psicoactivos en ese país. Para reforzar este argumento, visualicemos el gravísimo problema de salud pública ahondado por un modelo de manejo que evidencia el quiebre de las políticas preventivas y de tratamiento en el interior de EU. Usando las cifras del National Vital Statistics System, observemos el dramático incremento de las muertes por sobre dosis de los opioides:[5]

Gráfico No. 4 
Muertes (100 mil hab.) por sobredosis por uso de opioides tanto sintéticos como de origen natural en EU 1999-2018 

Los opioides sintéticos distintos a la metadona han creado un serio problema de salud que de acuerdo con la gráfica repunta como una tendencia que se incrementa en los últimos dos años. El Fentanilo es el principal causante de esa tendencia y si nos atenemos a la condición étnica se observa una mayor mortalidad por consumo de Fentanilo en primer lugar en blancos, seguido del grupo de negros y finalmente, personas de origen hispano.[6]

4. Retomando el punto anterior, la manipulación simbólica frente a Colombia crea una narrativa de “corresponsabilidad” y que justifica – entre otras – la presencia de tropas de EU en suelo colombiano para “combatir el narcotráfico”. Ese discurso y sus consecuentes decisiones, es facilitado por una élite compuesta en alto grado por nuevas generaciones de beneficiarios del narcotráfico y de la criminalidad abarcando el lavado de activos, principalmente a través de la concentración de la propiedad de la tierra en zonas rurales, negocios inmobiliarios en zonas urbanas y la financiación de campañas electorales. La permisividad basada en una vigencia inusitada de la agenda bilateral que ha narcotizado nuevamente la política exterior colombiana, está teniendo costos muy altos amén de una apuesta errática y fracasada frente a la situación política de Venezuela, comodín de las pretensiones electorales del presidente Trump buscando la captura del voto de la Florida.[7] Para ello la narrativa del combate a las drogas es útil. 

5. Mientras las organizaciones narcotraficantes colombianas exhiben una clara fortaleza en su capacidad de conquista de nuevos y promisorios mercados internacionales y afianza un poder transnacional, la élite colombiana se dedica a combatir los cultivos de uso ilícito como la “bala de plata” para acabar con el narcotráfico. El costo en derechos humanos es altísimo: 5 personas han muerto en el 2020 por el uso de armas convencionales de guerra en labores de erradicación forzosa manual atendiendo las presiones de Washington. La deslegitimación del Estado y sus estructuras de seguridad avanza al ser percibidas como fuerzas de ocupación en territorios abandonados a su suerte. Escenario que complementa la desprotección de las comunidades cultivadoras que de una u otra manera se relacionan con la economía de la coca y la marihuana y que contabilizan 94 muertos en diferentes circunstancias y distintos responsables, desde que se firmó el Acuerdo de Paz el 24 de noviembre de 2016.[8]
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[1] Para toda esta ilustración hemos usado las cifras de United Nations Office on Drugs and Crime UNODC World Drug Report 2020 Vol.3 Drug Suply y Vol.4 Cross Cutting Issues Trend, Viena junio de 2020.

[2] UNODC Resumen Ejecutivo Censo Coca 2019 Colombia, junio 2020.

[3] Corresponde a análisis de laboratorio para ubicar el origen a partir de muestras sobre el total de cocaína incautada en las fronteras de Australia.

[4] UNODC Drug Monitoring Platform cit por World Drug Report 2020 Vol.3 Drug Suply. Información para los principals mercados de Oceanía en Australian Criminal Intelligence Commission, Illicit Drug Data Report 2017–18 (Canberra, July 2019) y New Zealand Customs Service, drug seizure database. Available at www.customs.govt.nz/.

[5] National Vital Statistics Report, Vol 68 No.3, march 21 2019

[6] DEA “Fentanyl Flow to the United States”, January 2020.

[7] Sobre el tema véase Daniel García Peña “Trump, Bolton o Duque: ¿Cuál es peor?”, El Espectador, Junio 30 de 2020.

[8] Sobre el particular véase, P. Arenas y R. Vargas M. “Erradicaciones forzosas de cultivos de uso ilícito y derechos humanos en Colombia”, Corporación Viso Mutop, Junio de 2020.


Ricardo Vargas Meza

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